viernes, 5 de junio de 2009

Fiesta de Cristo Sacerdote


XI Encuentro la Red Informática de la Iglesia en América Latina, RIIAL
Homilía de Monseñor GUILLERMO ORTIZ MONDRAGON,
Obispo de Cuautitlán – México y Responsable de la Sección Digital – RIIAL,
4 de junio de 2009Is 52, 13-53, 12; Sal 39; Lc 22, 14-20

He aquí que mi siervo prosperará, será engrandecido y exaltado, será puesto en alto”. Estas palabras que nos introducen en el texto de Isaías, nos dan aliento, esperanza y optimismo. Pero no quisiéramos después leer todo lo que sigue. Los resumo en una frase que puede ayudarnos a entender todo el sufrimiento descrito en el Siervo de Yahvé: “Él soportó el castigo que nos trae la paz. Por sus llagas hemos sido curados”. El sufrimiento del Siervo es un para nuestra vida. ¿Por qué el Padre habla de su Hijo como Siervo? Porque, desde la eternidad, el Hijo se ha hecho obediente. Ha tomado sobre sus espaldas anunciar, revelar, donar la vida del Padre. Sólo eso.

Y ha llevado a plenitud esta obediencia. Revela el amor del Padre. Quiere decir que el Padre nos ama infinitamente, que no se apropia de nosotros, sino que, por el contrario, todo nos lo da. Ese es el amor que nos revela el Hijo, lo anuncia de manera tan total, como verdadera Palabra del Padre. Con el verbal y el no verbal. Aquí vemos que el no verbal del amor es el sufrimiento: “nosotros lo tuvimos por leproso, herido por Dios y humillado… habituado al sufrimiento; como uno del cual se aparta la mirada, despreciado, desestimado.” Este no verbal del amor Cristo lo expresa maravillosamente en la institución de la Eucaristía y del Sacerdocio. Nos revela que es el Sacerdote Eterno que intercede por nosotros, por muchos. Nos revela esta realidad entregando su existencia por nosotros: “Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes… Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes”. Pero lo hace con gusto, sabiendo el sentido vicario de su sufrimiento, revela que el Padre nos ama con sufrimiento, con amor erótico, como diría el Papa Benedicto en Dios es Amor. Llevado por su pasión, que la conduce a nuestra vida. “Cuánto he deseado comer esta pascua con ustedes…”. Dios sufre de amor por nosotros y nos enseña cómo hemos de amarnos los unos a los otros. El lavatorio es la expresión de este amor, es el icono que nos ha dejado Mons. Celli. Y en esto consiste lavar los pies a los demás, en vivir de manera sacerdotal, de manera eucarística.

Fuimos sellados en el Bautismo, Confirmación y Eucaristía como otro Cristo. Recibimos el sello del profeta que con su voz, su palabra, su vida, anuncia el Reino. En su no verbal el profeta se convierte en sacerdote, porque su conducta expresa la coherencia con la Palabra, de modo que gozo y sufrimiento son parte de la misma realidad profética. Y en la dimensión sacerdotal está la dimensión eucarística, de la entrega, del derramamiento de la sangre; una sangre se derrama cuando está viva, no cuando está murta, coagulada. Nuestra existencia es derramamiento desangre, dar la vida mientras la tenemos. Si ya no tenemos la vida, no podemos darla. Ahora que tenemos la vida, podemos ser sacerdotes y amar al estilo de Cristo, del Siervo doliente, en obediencia al amor del Padre.

Somos también partícipes del Reino, vivimos en otra dimensión distinta a la del mundo. Estamos en el mundo, pero no somos del mundo, de modo que nuestros valores se apoyan en la pobreza, el servicio, la comunión, totalmente opuestos a los del mundo. Y esto para todo miembro del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.

En este servicio de la comunicación, entendemos entonces que el amor es nuestra ley, un amor que consiste en dar, en servir, en interceder, en revelar la realidad del Padre. Como sacerdotes somos intercesores, unos por otros; como hombres y mujeres eucarísticos entregamos nuestra vida, nuestro trabajo, nuestros recursos. Formamos una comunidad signo para el mundo y una comunidad servidora del mundo para el encuentro con Cristo, para la vida en Cristo.
Pidamos al Padre que nos de Espíritu Santo para que seamos capaces de realizar nuestra vida como sacerdotes, desde el camino de la Eucaristía. Así sea.

P.D. La liturgia es una expresión comunicativa, desde la presencia y el no verbal del presidente de la Eucaristía hasta los signos colores el tono de voz, etc. Ojalá que apoyemos también a los sacerdotes en la realización de una liturgia que diga al mundo la Palabra de Dios.

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