sábado, 10 de octubre de 2009

Ética y cultura juvenil

Por: Juan Manuel Ijurko
Contexto social

El contexto social en el que la juventud se desenvuelve está marcado por:
- Sociedad de la información y comunicación
- Abundancia de medios
- Acceso ágil e ilimitado
- Tecnología al alcance de todos
- Nuevos espacios virtuales de relación.
- Sociedad moderna
- Relativismo imperante
- Individualismo
- Crisis en los ámbitos políticos, sociales, económicos, culturales y religiosos.

En resumen, los jóvenes tienen acceso a una abundante cantidad de visiones mundo a través de los medios. Sin embargo, estas visiones no presentan modelos de comportamiento o valores que alumbren el actuar social.

Contexto juvenil

En este marco, el joven se encuentra un panorama de fragmentación y dispersión de valores sociales. Los comportamientos de la sociedad “madura” que hereda no conllevan parámetros o modelos “a seguir”, no supone un patrón de referencia válido.

Ante esta situación, la juventud recurre a actitudes rebeldes como manifestación al rechazo a los patrones sociales consolidados. Esta actitud de rebeldía es el reflejo de una juventud en búsqueda permanente de identidad, en búsqueda de referentes que le permitan lograr la seguridad social que reclama. Saben lo que no quieren, buscan lo que quieren, aunque esto sea desconocido para ellos. Han gestado una visión negativa de la sociedad, pues ésta les ha defraudado con la marginación permanente a sus alternancias. Es un proceso marcado por las incertidumbres, por los vaivenes que lo llevan a experimentaciones diferentes.

Esta búsqueda de espacios de acción se caracteriza por la necesidad de definir:

- Sentidos
- Relaciones
- Patrones de identidad
- Códigos propios que le permitan ser incluido en su comunidad (física o virtual).

Vías de información

Es importante saber compartir estas experiencias para poder construir junto a los jóvenes una nueva propuesta de formación en valores. Para ello, se considera necesario captar espacios de entretenimiento, preferentemente del ámbito audiovisual, para promocionar valores y modelos que promuevan integridad del ser humano.

Omar Rincón, en su libro Narrativas mediáticas sugiere la recuperación de los espacios de entretenimiento desde postulados que fortalezcan los procesos pedagógicos, los mecanismos de formación humana. Es decir, se debe buscar un código diferente, al estilo de la juventud, para interactuar en nuevas formas de encuentros.

De esta manera, la juventud puede expresar su ansia por la vida, humanizar las experiencias, alentar a la esperanza, proclamar una sociedad distinta. En este marco surge CÓDIGO VIDA.
Código vida supone una propuesta que integra el teatro, la televisión y la radio dentro de una puesta en escena interactiva y que reclama la continuidad dentro de los procesos educativos.
Código vida integra a los jóvenes en diferentes etapas:

1.- Preparación de materiales.
Estudiantes de comunicación audiovisual en procesos de formación profesional.
Formación humana y académica con una dimensión de responsabilidad y compromiso con la sociedad.
2.- Puesta en escena.-
a. Teatro con recursos multimedia.
b. Conflicto situacional de dos jóvenes
c. Cuestionan a los presentes en busca de respuestas.
d. Involucran a los participantes en la resolución de conflictos
e. Los videos y audios contribuyen a dinamizar las situaciones y presentar acciones.

3.- Propuesta de lectura crítica.-
a. Continuidad del programa en dinámicas de aula.
b. Complicidad con los procesos educadores y formativos
c. Motivar la participación en cine clubs o actividades que promuevan la lectura crítica.
d. alentar a la participación juvenil en espacios diversos.

Ideas para la enseñanza de la Ética Periodística en una universidad católica


Mario Urzúa Aracena
Decano
Facultad de Comunicación,
Historia y Ciencias Sociales
Universidad Católica de la Santísima Concepción
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El tema de la enseñanza de la ética periodística por su propia importancia debe ser considerado desde distintos ángulos, especialmente cuando el curso se imparte en una universidad católica y considerando el caso de que los alumnos pueden no ser católicos o tener una escasa formación doctrinal.
Podemos comenzar por definir a la ética como la “ciencia filosófica teórica y práctica que investiga la moralidad de los actos humanos y estudia los valores, la vida y la conducta moral de la persona y de la comunidad humana, teniendo siempre como fin la honestidad”[1]. Esta definición implica, siguiendo el razonamiento de Brajnovic, que es un sistema que trata de fenómenos generales, de un conocimiento que busca la verdad a través de pruebas lógicas y que tiene definidos sus objetos. Pero, al tratar sobre los actos humanos no sólo es una ciencia filosófica teórica, sobre principios, sino que también es práctica en cuanto trata acerca de los deberes de las personas, sobre el comportamiento humano y sobre las costumbres. Yepes llega a decir que “el hombre, o es ético o no es hombre” al señalar que “sin ética no hay desarrollo de la persona, ni armonía del alma”[2].

La ética informativa o deontología periodística es aquella parte de la ética especializada que estudia el acto informativo, es decir las acciones humanas en relación con la profesión periodística, cuyo centro es precisamente el acto informativo. Como el mismo Brajnovic explica “la deontología –como estudio especializado- abarca, por una parte, la profesión con todas sus consecuencias morales y proyecciones éticas sociales y, por la otra, los distintos aspectos de la conducta y la conciencia humanas, materia esencial de la ética”[3].

Ética e información han ido siempre unidas, Desantes va más allá cuando señala que “la cualidad moral de la información está ínsita en su misma naturaleza”[4]. De ahí la importancia de vincular a la ética con la enseñanza del periodismo y a buscar fórmulas para que se alcance el objetivo de incorporar las normas deontológicas y la conciencia acerca de su necesidad a los estudiantes de las licenciaturas en ciencias de la información.

La doble característica de la ética, de ciencia teórica y práctica, se encuentra en la ética informativa, lo que origina las dificultades de su enseñanza, ya que no sólo se trata que los alumnos aprendan normas, principios y valores, sino que sean capaces de aplicarlos en la realidad profesional. De ahí que en esta presentación se intenta reflexionar acerca de algunas claves fundamentales para la enseñanza de la ética informativa, rescatadas de la bibliografía y confirmadas por la experiencia.

El primer antecedente que hay que considerar es que siendo la ética informativa, como una especialidad de la etica general, una ciencia filosófica es parte por lo mismo de la propia filosofía y por ello de buena manera tributaria del pensamiento que emana de esa misma filosofía.

Por lo mismo, se puede afirmar que sin un pensamiento filosófico y antropológico no sería posible construir una ética y menos aún una deontología informativa. En el caso de una universidad católica, esa filosofía y antropología deben ser las provienen de la tradición filosófica cristiana y por ello la base de los principios y normas de la ética informativa está en el concepto mismo del hombre, propio de la antropología cristiana y de la enseñanza de la Iglesia.

Por lo mismo, será indispensable incorporar al plan de estudios un curso de antropoología cristiana. Asimismo, es importante que el estudiante también comprenda la enseñanza de la iglesia con respecto a la sociedad, ya que precisamente la labor fundamental del periodista consiste en retratar e interpretar lo que sucede en la vida social. Para ello proponemos un curso de Doctrina Social de la Iglesia. Y finalmente, como un aporte cultural y de explicación misma de la organización de la Iglesia se propone un curso sobre Historia de la Iglesia.

De esta manera, los principios de la ética periodística tendrán un sustento filosófico, cultural e histórico que le permitan al estudiante de periodismo formar su conciencia respecto a la moralidad de los actos informativos. Un sintético estudio sobre la formación ética en universidades católicas chilenas muestra que si bien en las ocho existentes existen cursos de ética periodística, cursos de antropología, filosofía, ética general, teología e historia de la Iglesia existen en las propiamente católicas, dos pontificias, dos dependientes de las sedes episcopales y una de la Compañía de Jesús. En una ligada a un movimiento religioso no se da ningún curso complementario al de ética periodística y en otra también de otro movimiento se dan cursos de teología, teología moral y doctrina social de la iglesia. En una última, perteneciente a una corporación que se define como católica no existe ningún curso sobre estas materias.

Desde otra perspectiva también deben considerarse los contenidos de la formación en ética periodística, a la luz de la teoría existente en los textos de estudio. Parece fundamental incluir temas como la verdad en la información y el respeto a la persona y sus derechos: derecho a la vida, al honor, a la propia imagen, a la intimidad y la vida privada. Ello comprende el uso de cámaras ocultas, grabaciones sin autorización y la ocultación de su identidad por parte del periodista. Asimismo, debe resguardarse la identidad y dignidad de los menores de edad y de las personas con limitaciones mentales. También hay que incluir el secreto profesional periodístico en sus aspectos de secreto de la fuente, el off the récord y el secreto de embargo. Y temas como la objeción de conciencia y la cláusula de conciencia, el deber de rectificar informaciones eróneas y de evitar incompatibilidades con otras funciones.

La gran mayoría de estos temas, según los estudios de Barroso y Villanueva, están incorporados en códigos de ética profesionales del periodismo, tanto internacionales, nacionales y de empresas periodísticas, los que también son referencias importantes en el estudio de la ética.
Adicionalmente, con el fin de que los estudiantes tengan un contacto con la realidad de los problemas ético profesionales, es conveniente recurrir a fallos de tribunales de ética, ya que así los alumnos conocen en forma directa vulneraciones a las normas sobre asuntos que podrían tener que enfrentar en su futuro profesional.

Finalmente, creo importante que en cada carrera de periodismo se estudien los principios y normas de ética periodística a fin de que exista un consenso entre los profesores acerca de ellos y sean exigibles en los trabajos prácticos que los alumnos realicen. De esta manera esas normas no quedarán reducidas a un curso específico sino que serían transversales al currículum de la carrera, por lo que serán parte del quehacer del alumno y se estará cumpliendo con la definición que la ética es una disciplina teórica y práctica. En la medida en que el alumno compruebe que esos principios son respetados en la práctica, será claro para él que la ética es una parte sustancial de su trabajo profesional.

De esta forma estaremos dando cumplimiento al compromiso adquirido por nuestros obispos en Aparecida, cuando plantearon que la enseñanza del periodismo debía formar profesionales competentes y responsables, con la finalidad manifestada por S.S. Benedicto XVI en la Encíclica Caritas in Veritate “que los medios de comunicación estén centrados en la promoción de la dignidad de lass personas y de los pueblos, que estén expresamente animados por la caridad y se pongan al servicio de la verdad, del bien y de la fraternidad natural y sobrenatural. En efecto, sigue el Santo Padre, la libertad humana está intrínsecamente ligada a estos valores superiores. Los medios pueden ofrecer una valiosa ayuda al aumento de la comunión en la familia humana y al ethos de la sociedad, cuando se convierten en instrumentos que promueven la participación universal en la búsqueda de lo que es justo”.

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* Ponencia presentada por Mario Urzúa Aracena, en el II Congreso Latinoamericano de Ética de la Comunicación, Comunicación Ética", realizado en Bogotá, D.C., Colombia entre el 7 y 9 de octubre, convocado por el Departamento de Comunicación del Consejo Èpiscopal Latinoamericano, CELAM y la Corporación Universitaria Minuto de Dios, UNIMINUTO.
[1] Brajnovic, Luka, Deontología Periodística, Eunsa, Pamplona, 1978, pág. 19
[2] YEPES, ricardo y Aranguren, Javaier, Fundamentos de Antropología: un Ideal de la Excelencia Humana, EUNSA, Pamplona, 2003, pág. 81
[3] Ibid. pág. 43
[4] Desantes, José María, en el Prólogo de Códigos Deontológicos de los Medios de Comunicación, Barroso, Porfirio, Madrid, 1984, pág. 9

Enseñar Ética de la comunicación en una universidad católica*


Mons. Paul Tighe
Secretario del Consejo Pontificio
para las Comunicaciones Sociales
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Me alegra mucho estar con ustedes y participar en este Congreso tan significativo. Desearía iniciar expresando el gran aprecio del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales sobre la iniciativa y el esfuerzo del CELAM al organizar este evento. Me es muy grato traerles el saludo del Presidente del Consejo, S.E. Mons. Claudio María Celli, y sus votos por el éxito de la iniciativa. Le hubiera gustado estar aquí, pero tuvo que quedarse en Roma para participar en la Segunda Asamblea especial del Sínodo de los Obispos dedicada a África.

Me alegra mucho representar al Consejo, en primer lugar, porque el tema tratado es en sí mismo muy importante para todos los que trabajamos en el campo de las comunicaciones, y somos conscientes de los grandes desafíos que nos plantea su acelerado desarrollo. En segundo lugar, porque este Congreso es en cierto modo uno de los primeros frutos del Congreso internacional que nuestro Consejo organizó el año pasado para reflexionar sobre la identidad y misión de las Facultades y Escuelas de Comunicación en Universidades Católicas. Hubo una amplia variedad de instituciones representadas -91 universidades de 44 países de todos los continentes-, que trabajan en una gran diversidad de contextos económicos, políticos y jurídicos. Entre ellas hubo una convicción unánime sobre la importancia capital de la ética como materia académica y en cuanto área formativa central en las Facultades y Escuelas de Comunicación.

En mi intervención de esta mañana reflexionaré en primer lugar sobre la atención creciente que la ética está despertando como disciplina académica y en el discurso público. Trataré de entresacar algunas ideas clave, derivadas de la disciplina emergente llamada ética profesional, de particular valor en el estudio de la ética de la comunicación. Después intentaré ofrecer algunas perspectivas tomadas de la ética fundamental. Y para terminar me gustaría reflexionar sobre el contexto particular de las Facultades de comunicación que pertenecen a Universidades católicas, y cómo la enseñanza de la ética puede verse configurada por su identidad y misión institucionales. En todo ello me guiaré por los trabajos previos de este Congreso y particularmente por el vínculo que proponen entre “ética de la comunicación” y la “comunicación ética”. Este vínculo expresa muy sintéticamente la idea de que al enseñar ética, el cómo enseñamos es a menudo tan importante como el qué enseñamos.

El deseo de confirmar la importancia de la ética como una disciplina académica fundamental en el curriculum de las Escuelas de Comunicación es el resultado de una creciente conciencia social sobre la importancia de la ética profesional. La ética médica, por ejemplo, tiene una larga trayectoria, pero en los últimos años se ha dado más importancia a la ética profesional en el terreno de la abogacía y la política, en el mundo del comercio y las finanzas, en las áreas de los medios, la publicidad y el periodismo. Es interesante notar que una de las frases más difundidas del Mensaje del Papa Benedicto XVI para la 42a Jornada Mundial de las Comunicaciones en 2008, fue su observación de que “Más de uno piensa que es necesaria en este ámbito una "info-ética", así como existe la bio-ética en el campo de la medicina y de la investigación científica sobre la vida.” . Esta propuesta dio claramente en diana y ha sido calificada como el llamado a fundar una nueva disciplina, la “info-ética”. Este llamado fue bien acogido por un amplio número de comentaristas, incluidos muchos ajenos al catolicismo o incluso fuera de la esfera religiosa. Hay que señalar, en honor a la verdad, que el concepto no fue, como dicen algunos, una creación del Papa, sino en cierta forma la bendición de un concepto que gozaba de cierta presencia en la UNESCO y en el mundo académico. La respuesta popular al uso pontificio del término demuestra, sobre todo, un anhelo público de mayor atención a la dimensión ética de la comunicación. El Mensaje en sí mismo - "Los Medios de comunicación: en la encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la Verdad para compartirla” – ofrece una sintética presentación de algunos principios éticos y valores clave que deben guiar a los profesionales de la comunicación. Junto con un documento nuestro Consejo, Ética en las comunicaciones sociales (2000), el Mensaje debería ser un recurso importante para quienes buscan identificar unas líneas fundamentales para desarrollar un curso o programa de ética de la comunicación.

Ética y comunicaciones: una vinculación intrínseca

El debate público sobre la ética non ha pasado inadvertido en diversos ambientes profesionales. Si se teclea en los buscadores de Internet las palabras “código+ profesional + ética”, se descubre que un extraordinario número de profesiones han intentado codificar, durante los últimos años, sus responsabilidades éticas. La creciente presencia de la ética se refleja también en la expansión del interés académico por la Ética Profesional. En el mundo anglosajón, muchas antiguas Facultades de Filosofía moral o Ética se han reconvertido en escuelas de Ética aplicada o profesional. Mi experiencia académica personal se encuentra en las áreas de leyes y ética, y durante muchos años en Irlanda trabajé como profesor de bioética. Más recientemente, fui invitado a asesorar asociaciones profesionales de Negocios, de Derecho o del campo educativo, que intentaban articular sus obligaciones y responsabilidades éticas.

Me gustaría señalar que el perfil mismo de una profesión puede ser el mejor punto de partida de una reflexión sobre cómo las Facultades de comunicación habrían de configurar los planes de estudio de los aspirantes a profesionales de la comunicación. Una profesión está formada, normalmente, por gente que comparte un conocimiento especializado y las capacidades que les hacen capaces de ofrecer unos servicios valiosos a la comunidad en general, satisfaciendo algunas necesidades humanas. Los médicos son expertos en cuidado de la salud; los abogados, en asistir a las personas en la protección de sus derechos e intereses, y en alcanzar bienes sociales como la justicia y el orden, etc. En todos los casos, es la propia naturaleza de sus habilidades y conocimientos la que obliga a los profesionales a comprometerse con (profesar) ciertos valores. Estos valores no se imponen desde fuera, sino que se dibujan ya desde la naturaleza de la profesión que tienen el privilegio de ejercer. Esta metodología parece indicar que al esforzarse en reflexionar sobre la ética de las comunicaciones -sean éstas periodísticas, relaciones públicas o en publicidad- habrían de iniciar por un análisis de la naturaleza misma de las habilidades y conocimientos que esos profesionales poseen, y el campo concreto en que sirven a la sociedad. Incluso la más superficial de las reflexiones revelará que la búsqueda de la verdad es un valor ético central. Esta intuición fue articulada por el Papa Benedicto XVI cuando se dirigió a los participantes en el mencionado Congreso organizado por nuestro Consejo en mayo 2008: “Es evidente que en el centro de cualquier reflexión seria sobre la naturaleza y la finalidad de las comunicaciones humanas debe estar un compromiso con las cuestiones relativas a la verdad. Un comunicador puede intentar informar, educar, entretener, convencer, consolar, pero el valor final de cualquier comunicación reside en su veracidad. En una de las primeras reflexiones sobre la naturaleza de la comunicación, Platón subrayó los peligros de cualquier tipo de comunicación que busque promover los objetivos y los propósitos del comunicador o de aquellos para quienes trabaja sin considerar la verdad de cuanto se comunica. También vale la pena recordar la sabia definición de orador que dio Catón el Viejo: vir bonus dicendi peritus, un hombre bueno y honesto, hábil para comunicar.”

De aquí se sigue que corresponde a una profesión el articular los valores éticos y compromisos centrales en ella. La ética no habría de ser impuesta arbitrariamente en las profesiones desde fuera; la ética habría de nacer de la reflexión sobre la experiencia de los “profesionales pensantes”. Los especialistas en ética (teólogos, filósofos y juristas) pueden ayudar a los profesionales a comprender y apreciar las teorías que subyacen a sus convicciones y a conocer las tradiciones de la disciplina ética formal. Pueden ayudar asimismo a los profesionales a describir, formular y codificar sus responsabilidades éticas. Pero no debería dejarse la ética sólo en manos de los llamados expertos. La ética profesional seria requiere la cooperación de quienes tienen un conocimiento formal de la ética y de quienes entienden y tienen experiencias y conocimientos específicos de esa profesión. En un contexto universitario, es importante que el “curso de ética” no quede en manos del departamento de filosofía o teología, aunque tampoco habría de ser enseñado sin su asistencia. Más bien es el producto de una colaboración prolongada y seriamente interdisciplinar.

Ética profesional: puntos clave

En el área de la ética profesional, el intento de expresar unas responsabilidades se origina normalmente de un análisis de las necesidades humanas fundamentales que la profesión intenta satisfacer. Hemos visto que la centralidad del compromiso con la verdad es esencial cuando se trata de difundir y compartir la información y el conocimiento que permiten a los individuos elegir responsablemente y a las sociedades desarrollarse. Ética en las Comunicaciones sociales asegura que los medios de comunicación están llamados a servir a la dignidad humana, ayudando a la gente a vivir bien y a actuar como personas en comunidad. Los medios de comunicación realizan esa misión impulsando a los hombres y mujeres a ser conscientes de su dignidad, a comprender los pensamientos y sentimientos de los demás, a cultivar un sentido de responsabilidad mutua, y a crecer en la libertad personal, en el respeto a la libertad de los demás y en la capacidad de diálogo. (n. 6). El Documento detalla luego la contribución de los medios en la promoción del bien común en diversos sectores:
Económico
– el mercado puede servir a la persona (cf.Centesimus annus, 34), y los medios de comunicación desempeñan un papel indispensable en una economía de mercado. La comunicación social sostiene los negocios y el comercio,…fomenta la competencia responsable con vistas al interés público, y permite que la gente haga opciones informadas, dándole a conocer la disponibilidad y las características de los productos.
Político
– Los medios de comunicación son indispensables en las sociedades democráticas actuales. Proporcionan información sobre cuestiones y hechos, sobre funcionarios y candidatos a cargos públicos. Permiten que los líderes se comuniquen rápida y directamente con el público sobre asuntos urgentes. Son importantes instrumentos de responsabilidad, llamando la atención sobre la incompetencia, la corrupción y los abusos de confianza, a la vez que ponen de relieve los casos de competencia, espíritu cívico y cumplimiento del deber.
Cultural
- Los medios de comunicación social facilitan el acceso de la gente a la literatura, al teatro, a la música y al arte, que de otro modo serían inasequibles para ella, y promueven así un desarrollo humano respetuoso del conocimiento, la sabiduría y la belleza.
Educativo
-Los medios de comunicación son importantes instrumentos de educación en diferentes ámbitos, desde la escuela hasta el lugar de trabajo, y en muchas etapas de la vida.
Religioso
- La vida religiosa de mucha gente se enriquece mucho gracias a los medios de comunicación, que transmiten noticias e información de acontecimientos, ideas y personalidades del ámbito religioso, y sirven como vehículos para la evangelización y la catequesis.
Para que los profesionales de la comunicación puedan asegurar que sus capacidades y conocimientos están al servicio del bien común y puedan realizar el gran potencial arriba señalado, deben estar siempre atentos para mantener su compromiso ético con el servicio al auténtico interés de los demás antes que al de sus necesidades particulares. Un teólogo moral definió este compromiso pidiendo a los profesionales que no vean sus propios conocimientos como “posesiones para su ganancia privada o para el estatus social”, sino como talentos para poner al servicio de otros, incluso si hay un alto costo personal y se requiere sacrificio.
En el campo de la medicina hemos aprendido que no debemos hacer todo lo que es posible realizar. Esto es igualmente válido en el campo de las comunicaciones: “no todo lo técnicamente posible es éticamente permisible.” La verdadera medida del progreso no debe basarse en la eficiencia técnica y logística de los nuevos medios de comunicación por sí mismos, sino en los propósitos a los que sirven. Quienes en el mundo mediático usan las nuevas tecnologías de comunicación, encaran una disyuntiva. Pueden intentar asegurar que esas nuevas tecnologías y el impulso que ofrecen a la comunicación, se pongan al servicio de los individuos y las comunidades en su búsqueda de la verdad. O bien pueden usarlos para que cada uno promueva sus propios intereses, o los de sus patrones, de maneras manipuladoras de individuos y comunidades. Sólo cuando estas tecnologías se usan para servir al auténtico bienestar de las personas y comunidades, podemos decir que son verdaderos instrumentos de progreso.

Las Facultades de comunicación deberían animar a los que van a trabajar en los medios, a afrontar la gran responsabilidad que tendrán, y mantenerla con los más altos estándares de profesionalidad. En particular deberían de fortalecer su compromiso de dar a conocer la verdad y defenderla “contra aquéllos que tienden a negarla o destruirla”. Los profesionales de los medios deben ser exhortados a defender los fundamentos éticos de su profesión, y asegurar que la “centralidad y la inviolable dignidad de la persona humana” sea siempre defendida. Deben recordar que los compromisos éticos pueden verse erosionados por factores como la competitividad por las audiencias, las presiones comerciales y los prejuicios ideológicos. Deben ser alertados sobre el peligro de que los medios se transformen en la voz del “materialismo económico y del relativismo ético”.

Un rasgo característico de la ética profesional que puede ayudar a orientar el enfoque dado a la ética de comunicación en las Facultades y escuelas, es el de las estructuras de confiabilidad o transparencia. Un americano especialista en ética, William F. May, dice que En la ética profesional de hoy, la prueba de seriedad moral puede depender no únicamente de que el individuo sea cumplidor de sus principios, sino de que tenga el valor de mantener también la confiabilidad en otros. Las Facultades deberían inculcar en sus estudiantes el sentido de que vale la pena pertenecer a una profesión, a una comunidad que busca fortalecer los compromisos éticos de sus miembros y no teme rechazar las prácticas destructivas y poco éticas.

Ética fundamental: distinciones útiles

En las escuelas académicas de filosofía, es frecuente distinguir entre ética fundamental o fundacional, y éticas específicas o aplicadas. Estas últimas se ocupan de los asuntos específicos de las disciplinas, mientras que la primera estudia las cuestiones básicas sobre el significado del bien el mal, lo correcto y lo incorrecto, y cómo pueden hacerse juicios éticos. Si bien la ética de la comunicación pertenece claramente al campo de las éticas aplicadas, sería un error desconocer el material que ofrece la ética fundamental. En particular es importante que los estudiantes de comunicación estudien las diferentes teorías éticas y afronten de manera crítica la influencia que ellas ejercen –con frecuencia de manera implícita- en el debate ético contemporáneo. Muchos estudiantes, sin darse cuenta, realizan sus juicios éticos sobre la base de criterios basados en el utilitarismo (el fin justifica los medios), el positivismo (lo que es legal es ético), el emotivismo (nuestros sentimientos nos dictan lo que está bien y lo que está mal) y el relativismo (no hay verdades absolutas en el área de la ética). Debería iniciarse a los alumnos en el estudio de las teorías éticas objetivas, como la tradición de la ley natural, que se basan en la convicción que la bondad o maldad de las decisiones humanas se puede discernir reflexionando sobre lo que significa realmente ser humano. Decisiones que por su propia naturaleza promueven el desarrollo del individuo y la sociedad se consideran buenos, mientras que aquéllos que dañan el bienestar de las personas y la comunidad son malos. (Mentir, por ejemplo, se considera intrínsecamente inmoral, pues atenta contra la natural confianza necesaria para las relaciones humanas positivas, aunque a veces pueda imaginarse una situación en que mentir parece traer ventajas). Estas teorías objetivas, vistas correctamente, significan esfuerzo metódico de razonamiento moral, no tanto un atajo hacia la verdad, y requiere que las personas trabajen juntas para decidir qué opciones y prácticas van a favorecer y cuáles deben ser desestimadas. Este discernimiento requiere una cuidadosa consideración de todas las perspectivas relevantes que entran en el debate ético por parte de los diversos protagonistas, de modo que los esfuerzos por alcanzar la decisión ética sea lo más objetiva posible. Estas teorías promueven un enfoque dialógico a la ética, que es accesible a todos los seres humanos más allá de sus diferencias ideológicas o religiosas, y ofrecen un fundamento teórico a la posibilidad de un debate público auténtico sobre asuntos éticos. Se trata de un compromiso compartido de buscar la verdad, basado en la convicción de que esa verdad objetiva existe, lo cual da a esos debates su valor último, pues de otro modo se convertirían en ejercicios de presión y manipulación en los cada uno busca imponer su punto de vista sin referencia a las exigencias de la verdad.

El Papa Benedicto XVI expresó de manera sintética la importancia de transmitir a los estudiantes de comunicación un sentido de la objetividad de la verdad en su encuentro con los participantes de nuestro Congreso el año pasado: El arte de la comunicación, por su naturaleza, está vinculado a un valor ético, a las virtudes que son el fundamento de la moral. A la luz de esa definición, os aliento, como educadores, a que alimentéis y recompenséis la pasión por la verdad y la bondad que siempre es fuerte en los jóvenes. Ayudadles a dedicarse plenamente a la búsqueda de la verdad. Pero enseñadles también que su pasión por la verdad, que también puede servirse de cierto escepticismo metodológico, especialmente en cuestiones de interés público, no debe distorsionarse ni convertirse en un cinismo relativista según el cual se rechace o ignore habitualmente cualquier apelación a la verdad y a la belleza.

Dentro del campo de la ética fundamental, se ha estudiado mucho la importante distinción entre una ética normativa y una “ética del carácter o de la virtud”. El trabajo de Alistair MacIntyre (entre otros) ha subrayado el hecho de que la ética no se refiere solo a lo que hacemos o a las normas que habríamos de seguir, sino también al tipo de persona que somos y a las virtudes que habríamos de favorecer e impulsar en los agentes éticos. Si las Escuelas o Facultades de comunicación tienen que promover con eficacia la formación ética de sus estudiantes, no habrán de conformarse con transmitir códigos éticos o redactar normas y reglas éticas. Deben también esforzarse en formar el carácter de sus estudiantes. La ética no se reduce nunca a lo que el individuo hace, sino también al tipo de persona que es. Se ha verificado siempre que actio segue esse: no basta que una persona sepa lo que debe hacer; debemos adentrarnos en cómo modelar el carácter de nuestros estudiantes para que asuman la voluntad de vivir según los más altos valores. Es importante que los capacitemos para apreciar las mejores tradiciones éticas para su futura profesión, y a identificar modelos apropiados. En este contexto es bueno recordar que muchos periodistas han dado un testimonio extraordinario de su compromiso con la verdad. Periodistas en todo el mundo, y también en Colombia, han sufrido persecución, prisión e incluso han sido asesinados a causa de este compromiso y por negarse a callar frente a la injusticia o la corrupción. Su testimonio es una imagen elocuente de los más altos estándares a los que los medios pueden aspirar, y su ejemplo anima a los profesionales de la comunicación a fortalecer su compromiso con la verdad y, en ella, servir al bien común de toda la humanidad.
Otra distinción de la ética fundamental que puede ser útil para los formadores en ética de la comunicación, es la que existe entre ética individual y ética social. La ética social presta mucha atención a las estructuras en las que los individuos actúan, porque pueden modelar profundamente sus decisiones éticas. Si los profesionales de los medios desean ser éticamente serios, no basta para ello que examinen concienzudamente la propia toma de decisiones y sus motivaciones e intenciones personales. Habrán de considerar también el contexto en el que operan y se relacionan con los procesos sociales, políticos y económicos. Los principios y las normas éticas importantes en otros campos se aplican también a la comunicación social. Se pueden aplicar siempre los principios de la ética social, como la solidaridad, la subsidiariedad, la justicia, la equidad y la responsabilidad en el uso de los recursos públicos y en el cumplimiento de funciones de responsabilidad pública. … La dimensión ética no sólo atañe al contenido de la comunicación (el mensaje) y al proceso de comunicación (cómo se realiza la comunicación), sino también a cuestiones fundamentales, estructurales y sistemáticas, que a menudo incluyen múltiples asuntos de política acerca de la distribución de tecnología y productos de alta calidad (¿quién será rico y quién pobre en información?). Estas cuestiones remiten a otras, con implicaciones económicas y políticas para la propiedad y el control. Por lo menos en las sociedades abiertas con economías de mercado, el problema ético de todos puede ser cómo armonizar beneficio con servicio de interés público, entendido según una concepción integral del bien común. (Ética en las Comunicaciones Sociales, 20)

Es obvio que debe prestarse una particular atención al problema de la brecha digital. En una creciente conciencia sobre el papel que las nuevas tecnologías tienen en la “sociedad de la información” para promover el comercio, el desarrollo y el progreso científico en un mundo globalizado, emerge la responsabilidad de asegurar que estas redes no se transformen en instrumentos de exclusión: Sería un grave daño para el futuro de la humanidad si los nuevos instrumentos de comunicación, que permiten compartir saber e información de modo más veloz y eficaz, no fueran accesibles a quienes ya están social y económicamente marginados, o si contribuyeran tan sólo a acrecentar la distancia que separa a los pobres de las nuevas redes que se desarrollan al servicio de la información y la socialización humana. (Papa Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2009).


Universidades católicas: identidad y misión

Cuando nuestro Consejo empezó a organizar el Congreso sobre la identidad y misión de las Escuelas y Facultades de comunicación en Universidades católicas, iniciamos con la intuición de que no sería posible ni deseable tratar de fijar una identidad genérica (“uni-talla”) en la que se metieran con calzador todas las Facultades y Escuelas católicas. Esta intuición se confirmó con las aportaciones de los participantes durante el Congreso. Muchos temían una definición que sugiriera, injustamente, que las Facultades y Escuelas católicas estaban menos interesadas en ofrecer la mejor educación a sus estudiantes, fuesen éstos católicos o no, que en promover cuestiones denominativas. Quedó claro que no hay conflicto entre el compromiso con la excelencia en términos de Formación profesional de los estudiantes, y los valores de la visión católica de la educación.

Para permitir a las Facultades y Escuelas articular su identidad católica en el contexto de sus propias circunstancias, es necesario que definan su misión. Ciertamente puede correrse el riesgo de convertir esa definición en un fin en sí misma, sobre todo si los valores identificados no están enraizados en la vida de la institución. Pero reporta grandes beneficios el uso adecuado de estos instrumentos. El definir una misión puede servir como una forma de constitución, un punto de referencia para orientar las actividades de la Escuela o Facultad; es un indicador para generar las prioridades en el curriculum, y como brújula para los estudiantes y el personal, de modo que sus decisiones hagan referencia a la identidad y al ethos de la institución. El proyecto de elaborar y definir la propia misión, en particular si se incluye a todo el personal y los representantes del cuerpo estudiantil, puede ser un proceso muy valioso que promueva la conciencia y el sentido de pertenencia a los valores nucleares de la Escuela o Facultad. Si se difunde adecuadamente esa definición de la propia misión, ésta puede atraer a potenciales estudiantes, de modo que hagan una elección más informada a la hora de decidir en qué escuela estudiar.

Esta definición normalmente incluye un compromiso explícito de ofrecer la mejor educación y formación posible a los estudiantes. La búsqueda de la excelencia, una búsqueda que siempre está matizada por el contexto y depende de los recursos disponibles- nunca se verá obstaculizada por la identidad católica de una Escuela o Facultad. Más bien implica un empeño en ofrecer los más altos estándares profesionales y formativos, y la atención personal a los estudiantes, sin importar su nivel social, creencias o grupo racial. La definición de una misión sirve también para incorporar los valores de justicia y respeto que guiarán su interacción con todos los interlocutores: estudiantes, profesores, auxiliares y personal de servicio. Esto es más importante aún si nuestras Escuelas quieren seguir el empeño del Papa Benedicto “ cada institución educativa católica es un lugar para encontrar a Dios vivo, el cual revela en Jesucristo la fuerza transformadora de su amor y su verdad .” (Encuentro con educadores católicos, Washington, 17/04/2008)
En el contexto particular de una Escuela o Facultad de comunicación, es importante plantearse un compromiso específico con la verdad y la objetividad. Este compromiso es especialmente significativo en el contexto contemporáneo, en el que muchas instituciones académicas han abandonado la noción de verdad y están marcadas por conceptos relativistas que niegan la existencia de referencias objetivas. El Papa Benedicto XVI ha señalado esta necesidad: “Estos peligrosos datos manifiestan lo urgente que es lo que podríamos llamar “caridad intelectual”. Este aspecto de la caridad invita al educador a reconocer que la profunda responsabilidad de llevar a los jóvenes a la verdad no es más que un acto de amor. De hecho, la dignidad de la educación reside en la promoción de la verdadera perfección y la alegría de los que han de ser formados. En la práctica, la “caridad intelectual” defiende la unidad esencial del conocimiento frente a la fragmentación que surge cuando la razón se aparta de la búsqueda de la verdad. Esto lleva a los jóvenes a la profunda satisfacción de ejercer la libertad respecto a la verdad, y esto impulsa a formular la relación entre la fe y los diversos aspectos de la vida familiar y civil. Una vez que se ha despertado la pasión por la plenitud y unidad de la verdad, los jóvenes estarán seguramente contentos de descubrir que la cuestión sobre lo que pueden conocer les abre a la gran aventura de lo que deben hacer. Entonces experimentarán “en quién” y “en qué” es posible esperar y se animarán a ofrecer su contribución a la sociedad de un modo que genere esperanza para los otros. (Ibid).
En el contexto del debate sobre la identidad católica, me gustaría hacer una referencia a mi propia disciplina, la teología mora, que puede ser pertinente. En el período post-conciliar ubo un debate muy señalado sobre la “especificidad” o los aspectos distintivos de la ética cristiana. Por una parte unos afirmaban que la ética cristiana tenía que distinguirse si verdaderamente estaba enraizada en las enseñanzas de Jesucristo, basada en las Escrituras tal como mostraba la enseñanza de la Iglesia. Este así llamado Glaubensethik se centraba en la novedad de la ética cristiana. El otro punto de vista aseguraba que la ética y la moralidad es un fenómeno humano, y que el bien de las normas éticas puede alcanzarse por la reflexión sobre la naturaleza humana, por lo cual no era necesaria una referencia explícita a Cristo. La ética era autónoma y podía ser identificada mediante la reflexión humana. En el curso del debate, emergió una forma de tercera vía. Los defensores del primer punto de vista aceptaron que la determinación de las cuestiones éticas de las Escrituras o de la Iglesia requerían una reflexión racional. Por otra parte, los que defendían la autonomía de la ética aceptaron que la naturaleza humana, creada por Dios, ve su autonomía más bien como una teonomía. Algunos comentaristas intentaron reconciliar las dos posturas sugiriendo que los puntos distintivos de la ética cristiana no tenía que fundarse en su contenido normativo, sino más bien en la motivación o intención del cristiano. También sugirieron que cualquier teoría ética que no tomara en cuenta los aspectos motivacionales y de intención, sería inadecuada. Estoy consciente de que ésta es una descripción bastante reductiva de un debate muy complejo, pero sugeriría que al buscar un aspecto distintivo en las Escuelas y Facultades católicas de comunicación, no deberíamos reducir nuestro examen al contenido (el curriculum y las materias impartidas) sin considerar las líneas de fuerza éticas y filosóficas de las instituciones.
Esto también se puede aplicar a la enseñanza de la ética. Todas las Escuelas o Facultades de comunicación deben promover la responsabilidad ética entre sus estudiantes. Este objetivo no se reduce a un programa católico y debemos estar atentos a no sugerir que sólo nuestras instituciones se preocupan por la ética. Sin embargo, al buscar identificar los requerimientos de la mejor práctica ética, y al tratar de inculcar valores entre los estudiantes, la Escuela o Facultad católica podrá buscar elementos en la rica tradición ética de nuestra fe. Un aspecto fundamental habría de ser, obviamente, el compromiso con la verdad. Otros valores fundados en la reflexión ética católica, aunque no exclusivos de ella, incluyen la promoción del respeto a la dignidad y el valor de todo ser humano, el rechazo de todo desprecio al hombre, el evitar palabras y gestos calculados para promover el odio y la intolerancia. La Doctrina Social de la Iglesia nos alerta mucho respecto a la importancia de la comunicación al promover la solidaridad, la paz y la reconciliación.
La gran prueba sobre los estándares éticos de una persona se da cuando la adhesión a los valores profesados supone un costo para sus intereses individuales. Podemos inculcar en nuestros estudiantes la admiración por aquellos comunicadores y periodistas, creyentes o no creyentes, que a costo de sí mismos tuvieron el valor de resistir las amenazas o sobornos de quienes intentaron corromperlos o silenciarlos. Al buscar ofrecer una motivación y razones de este sacrificio, no hay que dudar en poner el ejemplo de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, que rehusó ser intimidado por la violencia y la muerte, y su confianza fue reivindicada por el Padre. El Evangelio de Cristo nos ofrece con frecuencia una razón para resistir a quienes intentan doblegar nuestras convicciones, y como creyentes sabemos que no estamos nunca solos cuando intentamos honradamente servir al bien de otros.
Como hemos visto, un planteamiento serio sobre las cuestiones de la comunicaciòn y sus propósitos nos llevará a enfrentarnos con las preguntas límite sobre el objeto y sentido de la vida. ¿Por qué ser veraces? ¿Por qué atender al lamento de los pobres y explotados? ¿Por qué denunciar las mentiras y las injusticias de los que se hacen ricos y poderosos a costa de otros? En nuestros planes de estudio habríamos de plantear estas preguntas, con ayuda de los especialistas en filosofía y teología de nuestras universidades, para tener un enfoque interdisciplinar de estas preguntas radicales. Éstas también pueden suscitarse a través de la literatura y el cine. Estos enfoques pueden servir para animar a nuestros estudiantes a reflexionar sobre las cuestiones básicas que están olvidadas debajo de los quehaceres de la vida, especialmente en nuestra era tecnológica, en la que tan poco espacio hay para la reflexión, sello de lo que tradicionalmente se ha considerado una vida sabia.
Al plantearnos las preguntas fundamentales e intentar responder a la búsqueda antropológica más profunda de nuestros estudiantes, las Escuelas y Facultades católicas no deberían de avergonzarse de una presentación respetuosa de la creencia más fundamental de nuestra Iglesia: el infinito y gratuito amor de nuestro Dios por cada persona, revelado en Jesucristo. Al tratar de encontrar el equilibrio entre hablar de Jesús, cuyo Espíritu da vida y significado a nuestra enseñanza social, y respetar al mismo tiempo la libertad de quien profesa otra religión o ninguna, podemos inspirarnos en las palabras del Papa Benedicto XVI : la caridad no ha de ser un medio en función de lo que hoy se considera proselitismo. El amor es gratuito; no se practica para obtener otros objetivos. Pero esto no significa que la acción caritativa deba, por decirlo así, dejar de lado a Dios y a Cristo. Siempre está en juego todo el hombre. Con frecuencia, la raíz más profunda del sufrimiento es precisamente la ausencia de Dios. Quien ejerce la caridad en nombre de la Iglesia nunca tratará de imponer a los demás la fe de la Iglesia. Es consciente de que el amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar. El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor (Deus caritas est, 31).
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* Ponencia presentada por Monseñor Paul Tighe en el II Congreso Latinoamericano de Ética de la Comunicación, Comunicación Ética", realizado en la ciudad de Bogotá, D.C., entre el 7 y 9 de octubre de 2009, convocado por el Departamento de Comunicación del Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM y la Corporación Universitaria Minuto de Dios, UNIMINUTO.

jueves, 8 de octubre de 2009

Ética y Derechos Humanos

El segundo de los temas tratados durante el primer día del congreso "Ética de la Comunicación, comunicación ética", hace referencia a la Ética de la comunicación desde la perspectiva de los Derechos Humanos”, temática desarrollada por el sacerdote jesuita, Gabriel Jaime Pérez, Vicerrector de la Universidad Javeriana en la ciudad de Cali, Colombia.
Sostiene el padre Pérez, que antes de cualquier consideración teórica sobre el tema ético y de Derechos Humanos, se deben tener algunas consideraciones acerca de la dignidad de la persona, pues “la Ética apunta al reconocimiento y la realización de los derechos individuales, sociales, culturales y ecológicos inherentes a la dignidad de todo ser humano”.
En tal sentido, continúa el P. Pérez, una reflexión inicial sobre la dignidad de la persona debería tener en cuenta por lo menos los siguientes aspectos:
1. Es un atributo esencial de su naturaleza como sujeto de derechos. En clave de fe cristiana: como “hijo (a) de dios”
2. La dignidad de la persona está dada, no es algo que se pueda o no tener, que se adquiere o en lo cual se progresa.
3. La dignidad de la persona humana no se reduce a los derechos individuales; implica y exige el reconocimiento de derechos sociales, políticos y culturales.
4. Ha venido cobrando cada vez más importancia la toma de conciencia de un llamado bioético al respeto por la naturaleza con sus implicaciones ecológicas.
5. Los derechos humanos no son producto de sus declaraciones. Es el progresivo reconocimiento de la dignidad humana lo que ha dado lugar a sus formulaciones.
6. El reconocimiento de la dignidad de las personas y las culturas implica el reconocimiento de la pluralidad y una exigencia de la tolerancia.
7. El reconocimiento de la dignidad de la persona, del que se desprenden todos sus derechos, no es exclusivo de ninguna normatividad jurídica, política o religiosa. Es una instancia de lo que se denomina la “ética civil” o “ciudadana” que es igual a decir ética universal.
Es a partir de esta reflexión, dijo el P. Gabriel Jaime que se puede entonces hablar de una relación entre ética y comunicación y que además implica la pregunta por la realización de tres categorías axiológicas básicas: “La veracidad, entendida no sólo como correspondencia entre lo que se expresa y la realidad “objetiva”, sino también como coherencia entre lo que se piensa, lo que se siente, lo que se dice y lo que se hace, y como correlación entre verdad y sentido. Su polo negativo es la mentira: el ocultamiento intencionado tanto total como parcial de la verdad.
"La libertad, entendida como capacidad personal de autodeterminación o autonomía situada y por lo mismo relativa con respecto a la existencia de otros sujetos que también son personas, como también a los condicionamientos de la realidad sociocultural, que en términos comunicacionales corresponde a la posibilidad real y Efectiva de la libre expresión, sin coacciones externas.
Y "La justicia, que comprende la realización cabal de los derechos humanos de todas las personas -incluidos el derecho a la búsqueda de la verdad y al ejercicio de la libertad-, y que equivale a la participación real y equitativa de todos los sujetos en el acceso a los bienes materiales y culturales”. Finalmente, el P. Gabriel Jaime Pérez dijo que “preguntarse por los aspectos éticos de la comunicación social implica, entre otras exigencias, la de plantear el tema de las identidades culturales”.

LA ÉTICA DESDE LA COMUNICACIÓN

Dos temas de especial importancia para el quehacer comunicativo y periodístico, se discutieron durante el primer día en el marco del “II Congreso Latinoamericano de Ética de la Comunicación, Comunicación ética”, que se desarrolla en la capital colombiana convocado por el Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM y la Corporación Universitaria Minuto de Dios, UNIMINUTO.

El primero de ellos, “Comunicación ética”, fue desarrollado por Juan José García Posada, docente de la Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín, periodista de gran trayectoria nacional e internacional y columnista actual del Periódico El Colombiano de la ciudad de Medellín, para quien la relación permanente que el comunicador y el periodista tienen con la gente, es una relación que no se debe rutinizar, pues “la rutina profesional absorbente, es uno de los riesgos más recurrentes en el quehacer periodístico”, que produce “insensibilización ante la realidad con la consecuente pérdida de la conciencia sobre qué es humano o qué lo inhumano”.

Señala el profesor García Posada que ante el declive de lo humano en las relaciones cotidianas del hombre, el periodista tiene una gran responsabilidad de servir a la comunidad dada la connotación altruista que por esencia tiene el periodismo; sin embargo, ante la situación socioeconómica y de orden público por las que atraviesan nuestros países latinoamericanos, el docente se pregunta: ¿A quién le sirve el comunicador, el periodista? ¿Dónde está el ser humano periodista, que le sirva a la sociedad y al país?

García Posada también hizo un llamado a los centros de formación de periodistas, los cuales deben ser paradigmas de humanismo. El trabajo periodístico debe empezar por “humanizar la casa; la humanización nace en la casa, en la casa universitaria; no se es más ético por los conocimientos, sino porque ese saber debe estar lleno de vivencias personales de acuerdo con los valores que se profesan… “La formación ética no debe referirse solo a los programas, sino debe incursionar en la historia, la filosofía y en otros campos que lo capaciten para tener una condición crítica más clara y exacta de la sociedad. Hay una prioridad de valores por defender y eso es lo que se debe enseñar a los estudiantes”, puntualizó.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Ética de la comunicación, comunicación ética y comunicación de la ética

Con un acto protocolario de bienvenida, presidido por Monseñor Paul Tighe, secretario del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales y por Monseñor Gregorio Rosa Chávez, responsable de la Sección de Comunicación Social del CELAM, se inició el II Congreso Latinoamericano de Ética de la Comunicación. Les acompañaron los sacerdotes eudistas de UNIMINUTO, Camilo Bernal Hadad, Rector General de la Universidad y Harold Castilla Devoz, decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de UNIMINUTO; también estuvieron presentes, el padre Carlos Arturo Quintero Gómez, director del Departamento de Comunicación del CELAM y John Larry Rojas, Director del pregrado de Filosofía de UNIMINUTO.
En su intervención, Monseñor Paul Tighe, habló de la importancia de compartir ideas de la ética especialmente con los jóvenes, muchos de los cuales asisten al Congreso y agradeció el apoyo de todos los realizadores del evento, señalando que al tema de la convocatoria del Congreso "ética de la comunicación, comunicación ética" debía agregársele el tema de "comunicación de la ética", indispensable en estas épocas. Monseñor Gregorio Chávez, hizo su saludo inaugural refiriéndose a la encíclica del Papa Juan Pablo II, “Redentor del hombre” sobre la paradoja del
humanismo ateo y la dignidad del hombre. Igualmente al referirse al proceso de paz en su país El Salvador, destacó los esfuerzos de dos colombianos en él: el expresidente Belisario Betancur Cuartas y su canciller, Augusto Ramírez Ocampo.
El Padre Camilo Bernal, se refirió a los temas de la ética como los desafíos del ser humano y a los principios sobre los cuales se fundamenta la existencia. Comentó que en este II Congreso de Ética, se pretende aproximar de manera más real y precisa a indagar sobre los componentes éticos impartidos en las universidades de América Latina. Habló de la celebración de los 100 años del Minuto de Dios y de los eventos que la Universidad está organizando para conmemorar el centenario del nacimiento de su fundador el sacerdote eudista Rafael García Herreros.
Finalmente, el Padre Carlos Arturo, director de Comunicaciones del CELAM, hizo una contextualización de lo realizado durante estos dos años transcurridos luego del I Congreso en Ética, realizado en 2007, destacando un proceso investigativo sobre enseñanza de la ética en las universidades católicas de América Latina, que viene desarrollándose conjuntamente CELAMUNIMINUTO.
El padre Carlos, señaló que el 29 de septiembre, día de los santos arcángeles, se anunció la Jornada Mundial para las Comunicaciones Sociales, que en su versión número 44 tendrá como orientación “La pastoral del sacerdote y el mundo virtual”.

COMENZÓ II CONGRESO LATINOAMERICANO DE ÉTICA DE LA COMUNICACIÓN

Con una eucaristía, presidida por Monseñor Gregorio Rosa Chávez, Obispo auxiliar de San Salvador, y un acto protocolario de bienvenida a las delegaciones de América latina, se inició en Bogotá, el II Congreso Latinoamericano de Ética de la Comunicación, que convocaron El Departamento de Comunicación del CELAM y la Universidad Minuto de Dios, UNIMINUTO.
En su homilía Monseñor Gregorio Rosa Chávez hizo alusión al bien que todo ser humano está en la obligación de construir con sus congéneres, colocando como paradigma a la Virgen María de quien dijo “Hizo todo el bien del mundo y nunca fue permeada por el mal”, e invitó a la comunidad de participantes, a seguir su ejemplo.
Es el Otro el que nos enseña el camino de la ética, como en el viejo cuento del naúfrago, pues su existencia es la que nos convierte en individuos.

martes, 6 de octubre de 2009

Dos miradas sobre los jóvenes y enseñanza de la Ética en la Educación Superior

A las 3:30 de la tarde, se inicia este miércoles 07 de octubre el panel latinoamericano sobre ética de la comunicación, en donde participan representantes de universidades de Bolivia, Colombia, Chile y Ecuador.

Dos de los panelistas aceptaron dialogar con los periodistas de la oficina de prensa del Departamento de Comunicación del Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, sobre cuatro temas relacionados con la enseñanza de la ética en la universidad. Son ellos: Mario Urzúa Aracena, periodista y director de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica de la Santísima Concepción de Chile; y Juan Manuel Ijurko, director académico de Diakonía Comunicación audiovisual, centro de la Universidad Católica Boliviana de San Pablo.

CELAM:¿Por qué es necesaria hoy la enseñanza de ética en la universidad?

- MARIO URZUA ARACENA: “La enseñanza de la ética en la universidad debe ser parte de todos los planes de estudio, ya que es el marco de buen desempeño profesional que debe guiar a todos los titulados universitarios. Hay exigencias éticas mayores para algunas profesiones, como las que tienen que ver con la vida humana y con los derechos de las personas, pero en general si la universidad tiene un deber con la sociedad es entregar a ésta profesionales capacitados y a la vez responsables, siendo esto último propio de la ética profesional. En el caso del periodismo, el respeto a las personas y a sus derechos, como el honor y la vida privada e intimidad, la obligación de buscar la verdad y la objetividad, el respeto al secreto profesional, son fundamentales para un desempeño responsable y por lo mismo deben formar parte de los cursos de ética profesional del periodismo.

CELAM: ¿Son los jóvenes universitarios de hoy receptivos a la ética y a sus principios?

-MUA: "Los jóvenes, cuando comprenden que su desempeño profesional no sólo requiere de competencias específicas sino también que deben ser responsables de ellas, asumen que en las normas éticas profesionales y generales se encuentran los fundamentos que justifican su propia profesión ante la sociedad. En este sentido, adquieren conciencia de la importancia de los principios éticos para su profesión.

CELAM: ¿Cuál es su experiencia en la enseñanza de la ética en la universidad chilena?

- MUA: “Mi experiencia docente en la enseñanza de la ética periodística muestra que los estudiantes de periodismo adquieren pronto conciencia que su principal activo como profesionales es su credibilidad y la confianza del público, lo que implica el respeto por las normas éticas de la profesión. Además, en el caso chileno existen dos instancias de control ético periodístico, el tribunal de ética del Colegio de Periodistas y el Consejo de Etica de los Medios de Comunicación, ambas son un referente importante para nuestros estudiantes en cuanto a la importancia de esta materia en la profesión.

CELAM: ¿Cree usted que la enseñanza de la ética en la universidad debe darse por igual en las profesiones humanísticas que entre las llamadas profesiones liberales? ¿Por qué?

MUA: “La enseñanza de la ética corresponde a todas las profesiones, ya que el desempeño profesional no sólo implica hacerlo competentemente, sino que también con responsabilidad, honestidad y respetando el bien común y los derechos de las personas, todo ello materia de la ética”.

CELAM: ¿Por qué es necesaria hoy la ética en la cultura juvenil?

- JUAN MANUEL IJURKO: “Se reclama como necesaria una ética para las culturas juveniles por que las sociedades actuales han distorsionado mucho los principios éticos que debían consolidarlas. Por ello, en ese marco de incertidumbres y relativismos, los jóvenes no encuentran un horizonte o patrón firme que les contribuya a consolidar su identidad.
“Con frecuencia decimos que la juventud se caracteriza por la rebeldía ante las normas. Es necesario entender que este sentido de rebeldía nace del reclamo permanente de consolidar una identidad propia, una identidad que repudia ciertos ejemplos corruptos de las sociedades modernas. En este sentido, toda la ayuda que la sociedad pueda ofrecer para que la identidad en formación se consolide de acuerdo a unos parámetros éticos será bienvenida. La labor de promover pautas de convivencia y comportamiento éticas involucra a todos los estamentos sociales.

CELAM: ¿Son los jóvenes de hoy receptivos a la ética y a sus principios?

- JMI: “Los jóvenes desarrollan una actitud de búsqueda permanente para conformar su ser persona. El rechazo que sienten hacia ciertos parámetros sociales nace del cuestionamiento crítico que realizan a las sociedades modernas. Las denuncias de corrupción, la violencia desmedida en las ciudades, los altos índices de descontentos sociales se reflejan en un rechazo hacia la sociedad y en una búsqueda de nuevos espacios de convivencia: la convivencia virtual.
Los jóvenes hoy en día están creando comunidades marcadas por “otros principios éticas” diferentes a los socialmente aceptados.

CELAM: ¿Cuál es su experiencia en el trabajo ético con jóvenes en Bolivia?

- JMI: "Actualmente, Bolivia es un ejemplo claro del repudio juvenil a la sociedad establecida. La crisis política y social ha desalentado a muchos jóvenes para participar de los ámbitos públicos. Incluso, a la hora de buscar un modelo de comportamiento o un patrón para imitar, se genera gran controversia.
"Desde DIAKONIA (la universidad donde trabajo) se ha lanzado una propuesta comunicacional y educativa para promover la participación activa de los jóvenes. Mediante un programa interactivo, que vincula colegios, medios y nuestra universidad, se activan procesos de evaluación y reflexión sobre la convivencia ciudadana. Se invita a los jóvenes a ser partícipes de una nueva realidad social. El programa se denomina CÓDIGO VIDA.

CELAM: ¿Cree usted que la relación ética y cultura juvenil debe pasar necesariamente por la educación superior?

- JMI: “Los centros de educación superior deben retomar su liderazgo en la promoción y vivencia de valores éticos en todas y cada una de las actividades profesionales que instruyen. La formación ética debe ser una de las principales competencias en la formación de profesionales.
“Pero reducir o limitar estos principios a la educación superior considero que es una limitación trágica para la sociedad. No todos los jóvenes se sienten llamados a participar de procesos de educación superior y muchos, no poseen el acceso a dichos centros.
“Por ello, como muestra del liderazgo social que se debe reclamar a las universidades, éstas deben promocionar acciones que contribuyan a la formación de toda la sociedad en su conjunto. Deben abrir sus espacios de formación y procurar una mayor interacción con todos los actores sociales.”

lunes, 5 de octubre de 2009

Todo listo para el Segundo Congreso Latinoamericano de Ética de la Comunicación

Todo está listo para el inicio, este miércoles 07 de octubre, en la sede de la Conferencia Episcopal Colombiana, del II Congreso de Ética de la Comunicación, señalaron los sacerdotes Carlos Arturo Quintero Gómez, director del Departamento de Comunicación del Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM y Harold Castilla Devoz, decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación la Corporación Universitaria Minuto de Dios, UNIMINUTO, entidades convocantes del evento.
En el Congreso, participan estudiantes, docentes, investigadores, comunicadores, obispos, sacerdotes, seminaristas, agentes de la pastoral y laicos comprometidos, todos ellos trabajadores de la comunicación y de los medios de América Latina, quienes “aceptaron el llamado” para rodear este objetivo común: “Promover un proceso de reflexión sobre la enseñanza de la Ética de la Comunicación en las Universidades Católicas de América Latina y del Caribe, mediante la investigación científica, para construir juntos modelos, procesos y saberes que generen actitudes y compromisos profesionales más éticos y una construcción de una sociedad más justa y humana”
El evento será inaugurado el miércoles 07 de octubre por Monseñor Paul Tighe, Secretario del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, PCCS. Posteriormente Juan José García, de la Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín, disertará sobre la “Comunicación Ética”. En la tarde, el P. Gabriel Jaime Pérez de la Pontificia Universidad Javeriana, sede Cali, presentará su ponencia “Ética desde la perspectiva de los Derechos Humanos” También en la tarde, panelistas de Chile, Bolivia, Colombia y Ecuador, tratarán diversas temáticas sobre la enseñanza de la ética, a partir de experiencias e investigaciones institucionales y personales de los panelistas.

Igualmente a las cinco de la tarde los obispos Paul Tighe de Irlanda y Gregorio Rosa Chávez de El Salvador, sostendrán un conversatorio con periodistas sobre el tema “Ética de la comunicación en contextos de conflicto”. Y a las 8:30 de la noche los participantes internacionales tendrán un cine-foro en donde se presentará el proyecto CINÉTICA, una propuesta para la enseñanza de la ética, de CORPORETHOS, una joven ONG colombiana de educación informal.

domingo, 4 de octubre de 2009

Novedad, aporte y proyección del Segundo Congreso L.A. de Ética de la Comunicación

La Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Corporación Universitaria Minuto de Dios, UNIMINUTO, es junto con el Departamento de Comunicación del Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, entidad convocante del Segundo Congreso Latinoamérica de Ética de la Comunicación. Conversamos brevemente con su decano, el sacerdote eudista Harold Castilla Devos, sobre la novedad del congreso que se inicia este miércoles 07 de octubre, sobre su proyección y aporte a la enseñanza de la ética en las universidades en general y particularmente en la enseñanza de la ética en las facultades de comunicación y periodismo de América Latina.

CELAM: ¿Cuáles la novedad de este II Congreso Latinoamericano de Ética de la comunicación?

P. HAROLD CASTILLA DEVOZ:
“La novedad está en que hay un avance en la reflexión que se viene adelantando con respecto a la enseñanza de la ética en las universidades católicas del Continente.
”Además, cada ponente invitado, abarcará su temática no sólo desde su saber sino desde su experiencia.
”Otra novedad importante con respecto al Seminario realizado en septiembre del 2008 es que en esta ocasión estará presente un representante del Pontificio Consejo para las comunicaciones del Vaticano. Esto le otorga un timbre internacional y una mirada desde el pensamiento y la experiencia de la Iglesia Católica universal.

CELAM: ¿Cuál es la proyección del Congreso en los medios católicos de América Latina?

P. HCD: “Hablar de proyección, significa hablar de la incidencia que un tema de esta índole debe tener en el ejercicio cotidiano de los periodistas, de los medios y en general de todos los profesionales de la Comunicación.
”En el caso del Congreso, la proyección no está pensada en términos de un amplio cubrimiento del evento, sino mas bien desde la presencia de los mismos, especialmente de los medios católicos en las mesas de trabajo, en los paneles y en encuentros programados especialmente para los periodistas, con temas de especial interés para su labor profesional y su responsabilidad ética y social.

CELAM:¿Qué pueden aportar los profesionales de la comunicación de América Latina a este congreso?

P. HCD: ”Como lo dije antes, el mayor aporte de los profesionales de la comunicación en América Latina se verá, sobre todo, cuando cada uno regrese a sus países de origen y trate de encarnar la reflexión sobre ética en el ejercicio cotidiano. Esto, además, de por sí, debe generar un efecto multiplicador en todas las comunidades y entornos sociales, educativos y comunicativos”.

viernes, 2 de octubre de 2009

Memoria II: Encuentro preparatorio al Congreso Latinoamericano de Ética de la Comunicación

ÉTICA DE LA COMUNICACIÓN:
CÓDIGOS DE DEONTOLOGÍA PERIODÍSTICA EN LOS PAÍSES DE LA UNIÓN EUROPEA: ANÁLISIS COMPARATIVO

Por: Porfirio Barroso Asenjo*

Introducción

Algunos suponen que la "era de la Información'' tiene como centro Internet y las páginas Web. Las palabras "Iglesia e Informática" o "Internet" evocan casi de inmediato unos instrumentos técnicos más o menos familiares, más o menos temidos. Pero estas máquinas sólo adquieren su dimensión precisa cuando se ponen al servicio de un espíritu de comunión y una metodología del trabajo en red.

El Presidente del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, Mons. John P. Foley y el antes Presidente del CELAM 1999, Cardenal Darío Castrillón decían que "esta red informática, pues, quiere ser un nuevo servicio a la comunión y el progreso de la Iglesia y de la sociedad... Así mismo, tan sólo un acentuado sentido de la comunión eclesial, evidenciada en un esfuerzo común y colaboración de todos los estamentos de Iglesia, la va a ir haciendo posible, de manera que la realidad informática y telemática que se vaya construyendo, se acerque cada vez más a la situación de plenitud del instrumento que se contempla..."[1]. Estas palabras las he tomado de Mons. Enrique Planas, de un artículo publicado en el Boletín de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española de este mismo año.

Como en la época clásica no estaría mal hacer una pequeña aclaración terminológica con el fin de saber a que nos referimos con los términos del título. También es conveniente hacer una pequeña referencia a la historia evolutiva de los códigos desde su comienzo hasta nuestros días.

Definición de código.

Entendemos por código, la interpretación de los principios generales de una profesión y de las actitudes a observar en las actividades profesionales. Es la ordenación sistemática de principios, normas y reglas establecidos por un grupo profesional, en nuestro caso los periodistas, para orientar su propia vida, con el fin de regular y dirigir la conducta de sus miembros y sus relaciones mutuas.[2] Un código deontológico es de esta forma la constelación de criterios y principios o normas y reglas que de forma explícita y sistematizada un grupo profesional se compromete a respetar y seguir en sus comportamientos como tales profesionales. Los códigos de ética o principios deontológicos se consideran un requisito esencial en la configuración de una profesión. Manifiestan la toma de conciencia de una profesión y el comportamiento debido para que se considere una práctica como práctica profesional. Son en todo caso la fuente primaria de toda ética o deontología profesional. En el caso concreto del periodista, el código ético suponen una interpretación de los principios generales de la profesión periodística y de las actividades profesionales, es decir, suponen una cristalización de los principios a seguir para obtener una conducta correcta y adecuada al buen hacer del periodista o profesional de la información y comunicación.

En cuanto a los códigos deontológicos de la profesión periodística, los podemos definir como un conjunto de "principios y normas de conducta profesional de los periodistas referentes a sus derechos, deberes y responsabilidades éticas". Tiina Laitila se ha ocupado de estos temas y nos brinda algunas definiciones[3] Un código ético periodístico hace referencia al establecimiento de unos principios éticos destinados a servir como guías en el ejercicio de la profesión periodística, adoptados y controlados por la propia profesión.

Definición de Deontología.

La palabra castellana deontología arranca, como tantas otras en nuestro idioma, de la lengua griega. En concreto de δεov = par­ticipio neutro del verbo impersonal δεi , que significa: "lo o­bligatorio, lo justo, lo adecuado, lo conveniente, el deber. El otro vocablo griego es λoγos que significa: trata­do, in­vestigación, estudio, ciencia. La deontología concretiza hoy la generalidad de la perspectiva ética refiriéndola a los deberes, reglas y normas de una profesión. Esto en cuanto a su definición etimológica o nominal. Fue el filósofo y jurisconsulto inglés Jeremy Bentham (1748-1842) quien acuñó por primera vez, que se sepa, el termino deontología cuando recurrió a los dos términos mencionados para forjar el vocablo Deonto­logy, en su libro: Deontology, or the Science of Mora­lity, publicada como obra póstuma por sus discípulos, dada la importancia del contenido científico de esta obra en el año 1834. Este fue -para mí- el creador del término "Deontología". Tanto éxito tuvo esta obra que en el mismo año se tradujo y fue publicada en lengua francesa. La influencia llegó también a España y fue traducida al español en dos volúmenes, el primero en el año 1935 y el segundo un año mas tarde. Deontología ser entendida como la ciencia que está constituida por todas las normas objetivas para una colectividad profesional, sea cualquiera el grado de positivación. En sentido estricto deontología es el conjunto de normas de menor grado de positivación y que no están respaldadas por una sanción estatal. Por último, el belga Leon Duwaerts la definía como la ciencia o, si este término parece pretencioso, el estudio que trata de los deberes que hay que cumplir, es decir, las reglas profesionales, que en nuestro caso concreto, deontología son las normas que deben cumplir los periodistas en el ejercicio diario de su profesión y que se encuentran, como veremos, en los códigos deontológicos de la actividad informativa.

Cronología de aparición de los códigos éticos del periodista.

El primer código del que tengamos memoria en el mundo es el Código de Hammurabi, que data del año 2.200 antes de Cristo. Y sería el primer esbozo de reglamentación legal y ética del ejercicio de la medicina. Le seguiría, en antigüedad, el Juramento de Hipócrates, del año 500 antes de Cristo. Se puede considerar como el primer código deontológico del periodista al "credo" de Benjamín Harris, publicado en Boston en 1690, que tiene grandes coincidencias y similitudes con los códigos modernos. Está considerado como el primer código mundial de la ética periodística, pues pensemos que en esos años la profesión periodística no era reconocida como tal. Harris, enfatiza la recogida de noticias y su difusión con verdad, objetividad, exactitud y de forma completa, puesto que las medias verdades, dice el, equivalen a mentiras. En caso de que por cualquier motivo estas normas no se cumplieran, Harris promete la corrección de errores cuando estos tengan lugar y evitar a toda costa los falsos rumores y reemplazarlos o sustituirlos por informaciones reales y objetivas. Harris insistía en que todo periódico tenía la obligación de redactar o transmitir noticias. Reconoce que una de las funciones de la prensa es evitar la circulación de falsos rumores y sustituirlos por informaciones verídicas. Por último, Harris y sus seguidores prometieron exactitud y objetividad en sus informaciones. En esto coincide con los resultados obtenidos con la suma de todos los códigos de los periodistas de la Unión Europea como veremos en el cuadro resumen.

Tras un vacío de dos siglos, la sección austriaca de la Asociación de Periodistas Polacos reconoció en sus normas, establecidas en el año 1896, que las cortes de honor y ellos mismos tenían previsto establecer “una obligación de obedecer unas normas de moral periodística”. Ese mismo año se estableció el Estatuto de la Unión de Periodistas Polacos de Galitzia obligando a los miembros de esta unión a cargar con el deber de respetar la ética periodística.

El siguiente hito en la historia de los códigos de ética de los periodistas, lo tenemos en el Código de Suecia, primer código escrito en el siglo XX aunque no fue ampliamente aceptado. Uno de los primeros códigos de ética periodística fue adoptado en Francia en 1918, cuando el Sindicato Nacional de Periodistas adoptó la Carta de Conducta. Este código ha sido revisado posteriormente en los años 1938 y 1966. Sin salirnos de la vieja Europa encontramos la publicación el día 30 de mayo de 1918 el Srandards of Practice of the British Association of Trade and Technical Journals.

El código de ética de prensa de Noruega fue adoptado por la Asociación de la Prensa de Noruega originariamente en el año 1936 y revisado posteriormente en los años 1956, 1966 y 1975. En los últimos años cuarenta, la unión Nacional Británica de Periodistas adoptó el Código de Conducta Profesional.,Gran proliferación de códigos deontológicos de periodismo en la segunda mitad del siglo XX. Amplio despliegue de códigos en los años cincuenta de ese siglo. Se publicó el Código de ética periodística belga, en 1951. En junio de 1957 el Consejo de Prensa Italiana daba luz verde a los Principios de ética profesional. La Asociación de editores de Revistas en la Republica Federal de Alemania elaboró el Código de ética en 1957. Un año más tarde, el Consejo de Nacional de Prensa de Alemania aprobó el Código de ética profesional del periodista alemán. De incontables podríamos calificar los códigos publicados en las tres últimas décadas del siglo XX y que nosotros mismos hemos publicado ya en otra obra.[4]

Estos son los nombres mas comunes dados a estas normas deontológicas: "Códigos éticos, Códigos de Prácticas, Códigos de Conducta, Códigos deontológicos, Códigos de honor, Principios o normas de conducta profesional" están hoy tan extendidos que puede decirse que no existe organización profesional de periodistas que no tenga su propio código deontológico. También los grandes periódicos de tirada nacional cuentan ya con su propio código como veremos más tarde el referirnos al caso de España.

Estudio de los códigos de ética periodística de los 27 países de la Unión Europea

A la hora de emitir un informe sobre un estudio actual de cómo está la situación de la teoría y práctica de la ética periodística de la Unión Europea, se nos ocurrió hacer un estudio de campo de la única fuente primaria de toda Deontología Periodística, cual son los códigos éticos de los distintos países que conforman, a día de hoy, la Unión Europea. Se trataba de hacer un análisis de contenido de todos ellos y posteriormente un estudio comparativo. La lectura e interpretación de los datos obtenidos es como sigue:

Con gran satisfacción vemos que se mantiene en primer lugar, no solo cuantitativamente con una frecuencia de 91 veces que aparece reflejado el primer principio ético-periodístico, lección 18, que es el servicio que el periodista debe hacer a la verdad, la objetividad, la exactitud y la precisión, en virtud del derecho de ley natural que el publico tiene a conocer lo más posible de la verdad. También afirmamos que de forma cualitativa pues este es uno de los conceptos que suele aparecer siempre entre los primeros artículos de los códigos de estos 27 países de la Unión Europea. En segundo lugar está la lección 26 que es la primacía del servicio al bien común, bien público o bien social, con una frecuencia de 60. Con una frecuencia de 52 se encuentra la lección o tema de la libertad de expresión y la libertad de la prensa, pero con la consabida responsabilidad del periodista. En cuarto lugar tenemos a la lección 23 que es la corrección de errores y el derecho de rectificación y réplica por parte de la empresa informativa.

Empatan en la frecuencia 36, tres temas o lecciones: la 20 que es la integridad profesional del periodista o que este no debe admitir soborno alguno, ni para publicar lo que no debe u omitir lo que debe; también en este mismo ranking se encuentra la lección 24 de la obligación que tiene el periodista de respetar la intimidad y vida privada de las personas, así como los datos de carácter personal o íntimo; por último con la misma frecuencia o porcentaje esta la lección o tema de la deontología sobre crímenes y suicidios, dado el peso específico que a esta materia dan los códigos de los países nórdicos, con vistas a que se pueda recuperar a los menores delincuentes. La lección 29, con una frecuencia de 33 es la siguiente en importancia cuantitativa y trata de que el periodista, mientras ejerza su profesión en un medio de comunicación de entidad pública, no puede al mismo tiempo hacer ni publicidad ni propaganda, ni inmiscuirse en negocios que puedan implicar conflictos de interés o que prefiera a su interés personal al bien común de los demás.

Otro empate a 30 de frecuencia se produce con las lecciones 36 que se refiere a que el periodista debe respetar los derechos de autor y debe mencionar la fuente y no caer en el plagio, y la lección 46 que trata de que ni los nombres, ni las fotografías de los jóvenes delincuentes deben aparecer en la prensa, aquí esta el tema constitucional del derecho a la juventud y a la infancia. En solitario camina la lección 41 que trata de que el periodista está obligado a comprobar la veracidad de sus fuentes de información y mencionarlas si así se lo exigen. Con una frecuencia de 28 veces se encuentra la lección 30 que lleva por título: el periodista debe utilizar solamente justos y honestos medios en la consecución de sus informaciones y noticias. Una de las lecciones más importantes desde nuestro punto de vista y que además es un tema constitucional, es el derecho y del deber de guardar el secreto profesional y no revelar ni sus fuentes, ni los of the record ni las confidencias ni nada que el comunicante quiera que quede fuera de micrófono. La frecuencia es solo de 27. Vuelven a empatar a 26 puntos las lecciones 27 y 49 que tratan de la no discriminación a nadie por parte del periodista por ningún motivo y que el periodista esta obligado a cumplir en conciencia, en el foro interno, como norma y no como ley el código de ética profesional, respectivamente. La lección 32 que se refiere al fotoperiodismo y a la ética que debe seguirse en cuanto a las fotografías de prensa, tiene una frecuencia de 23 veces. Con 21, se encuentra la lección 28 por la que el periodista debe aceptar en todo momento la responsabilidad de sus escritos y presentarse como tal profesional en el ejercicio de su actividad informativa.

Otra de las lecciones que, en nuestra opinión, es muy importante es la 21 que trata de que el periodista no debe calumniar, ni difamar, ni injuriar, ni acusar sin fundamento, así como debe de respetar el honor de las personas ya que es el primer límite constitucional a la libertad de expresión en nuestra Constitución de 1978. Sin embargo, en este estudio de contenido sobre los códigos de los 27 países de la Unión Europea, estadísticamente solo aparece con una frecuencia de 20 veces. También la siguiente lección, la 22 o que el periodista debe respetar la dignidad, la honestidad y la honradez de las personas y ser leal a su empresa y a sus compañeros, sin embargo, estos códigos estudiados, solo le conceden a este tema una frecuencia de 17 veces. Con una frecuencia de 15, encontramos dos lecciones: la 34 y la 39, que se refieren a la solidaridad y el espíritu de cuerpo que debe reinar entre los periodistas y la cláusula de conciencia, respectivamente. Con 14 frecuencias vemos la lección 43 que señala la obligación del periodista de respetar las instituciones sociales, tales como: la Iglesia, el Estado, el Parlamento, la Constitución y las leyes. Con frecuencia de entre 13 y 5 vemos las siguientes lecciones o temas: no al sensacionalismo periodístico, ética del informador periodístico, el derecho que todo periodista tiene a recibir un salario digno y justo como todo profesional, incompatibilidad del periodista con otros cargos mientras este ejerciendo como periodista, no incitación a la violencia, crimen o robo. El resto de lecciones ya no son estadísticamente significativas por sus bajas frecuencias en los 27 códigos de la Unión Europea.

Como fruto de la investigación llevada a cabo con motivo de nuestra tesis doctoral que llevaba por titulo: Códigos éticos de la profesión periodística: análisis comparativo (1979). A través de un resumen de las conclusiones de la misma, la entonces Secretaria de Estado de Información, del Palacio de la Moncloa, bajo la dirección del Secretario de Estado para la Información, Joseph Meliá, el Gobierno de la UCD, publicó un Proyecto de código de ética profesional del periodista, con el fin de que sirviera de normativa para todos los periodistas nacionales. Del contenido semántico de todos los códigos de deontología que estudiamos para nuestra tesis, presentamos un elenco de 37 principios por orden decreciente cuantitativo según las frecuencias de aparición como muestra de los resultados de nuestra investigación. Pero antes de pasar a los artículos del proyecto de código que hicimos en su día, la autoridad competente del Presidente Adolfo Suárez, promulgó este código con estas palabras: Conscientes de que la libertad de expresión y el derecho de la información son derechos fundamentales que todo ser humano tiene en nuestra sociedad. Conscientes, así mismo, de que el poder de influencia de la prensa en la actualidad y su función en una sociedad democrática y pluralista exige una alta responsabilidad en el cumplimiento de la profesión periodística; promulgamos este Código que explicita los derechos y deberes éticos de la profesión, y a los que, en conciencia, es preciso subordinar toda actividad periodística.

Hasta aquí la nota oficial de la autoridad competente. Mi comentario es que si nos atenemos a la definición clásica de ley sus tres condiciones fundamentales que son: 1) ordenación de la razón, 2) que sea para el servicio al bien común o bien público y 3) que esté promulgada por la autoridad competente, en ese caso este código, seria el único código aprobado oficialmente por el gobierno de la Nación. Los contenidos semánticos de las conclusiones de nuestra tesis doctoral fueron estos:

1. La primera obligación de todo periodista es el servicio a la verdad, de la forma mas objetiva, precisa y exacta posible en virtud del derecho natural que el público en general tiene a conocer la verdad.

2. Todo periodista tiene el deber de guardar el secreto profesional respetando las fuentes de información y las confidencias y no revelando los nombres de los informantes, ni nada que ellos prohíban comunicar.

3. Todo periodista, con el fin de salvaguardar su libertad y su independencia, debe mantener su dignidad e integridad profesional no admitiendo ninguna forma de soborno.

4. La calumnia, la acusación sin fundamento, la difamación, la injuria y el plagio deben ser considerados por todo periodista como las faltas más graves que puede cometer en el ejercicio honesto de su profesión.

5. El periodista considera como una de sus principales obligaciones el deber de rectificar prontamente y de forma libre y espontánea, cualquier información errónea o inexacta; así como el conceder el derecho de réplica, rectificación o respuesta a toda persona que lo solicite.
6. El periodista tiene la obligación de salvaguardar el derecho natural que tiene toda persona a su intimidad y vida privada, privacidad, tanto propia como familiar.

7. El derecho a la libertad de información y de expresión, que comprende también el derecho al comentario y a la crítica, es un derecho inalienable del periodista.

8. La primacía del servicio al bien común, bien social, interés del público o de los demás, debe ser tenido como un objetivo primordial a conseguir por todo periodista.

9. El periodista jamás deberá mostrar en sus publicaciones discriminación alguna entre personas, sea ésta por razones de raza, color de la piel, sexo, religión, opinión política, origen nacional o social, etc.

10. En la obtención de noticias, fotografías o documentos de cualquier índole, el periodista solamente podrá usar los medios que sean justos, dignos, honestos y razonables. Hasta aquí los diez contenidos con más frecuencias que aparecieron en las conclusiones de los códigos de ética periodística estudiados para llevar a cabo nuestra tesis doctoral y que fue publicada en el año 1980.

Posteriormente vendrían, el Código aprobado por la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), que es actualmente, la entidad más representativa del periodismo español. Agrupa a 45 Asociaciones de la Prensa con 12.500 miembros y tres Asociaciones sectoriales de periodistas, que suman otros 3.000 asociados. Las Asociaciones federadas en la actualidad son: Albacete, Alicante, Almería, Aragón, Ávila, Badajoz, Burgos, Cáceres, Cádiz, Campo de Gibraltar, Cantabria, Castellón, Ceuta, Ciudad Real, Córdoba, Cuenca, Granada, Guadalajara, Huelva, Jaén, Jerez de la Frontera, La Coruña, La Rioja, Lanzarote-Fuerteventura, Las Palmas, León, Lugo, Madrid, Málaga, Melilla, Mérida, Murcia, Oviedo, País Vasco, Pamplona, Santa Cruz de Tenerife, Santiago de Compostela, Segovia, Sevilla, Soria, Talavera de la Reina, Toledo, Valladolid, Zamora y Unió de Periodistes Valencians.

La FAPE es una Organización profesional sindical acogida a la Ley 91/1977, Ley de Asociaciones Profesionales, y legalizada con el número 896. Se rige por unos Estatutos aprobados en la Asamblea General de Burgos en 2006 y tiene su sede en Madrid, Juan Bravo 6, 28006. En este sentido, los periodistas, integrados en la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, se comprometen con la sociedad a mantener en el ejercicio de su profesión los principios éticos y deontológicos que le son propios. En su virtud, la Asamblea General de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España promulgó los principios y normas deontológicas de la profesión periodística o mejor conocido como el Código de la FAPE, reunida en Granada, el 28 de noviembre de 1993. Además la FAPE cuenta con la Comisión de Quejas y Deontología como la Press Complaints Commission (Comisión de Quejas a la Prensa) del Reino Unido con su propio Código de Ética Periodística, aprobado en abril de 1994 y que hemos analizado en este estudio ya.
Por otro lado está Código Europeo de Deontología del Periodismo, (Estrasburgo, 1 de julio de 1993), aprobado por el Parlamento Europeo de Estrasburgo, cuyo ponente fue el Catedrático de la Universidad Complutense, Manuel Núñez Encabo, quien a la sazón es, Vicepresidente de la mencionada Comisión de Quejas y Deontología de la FAPE. Estos serian los tres únicos códigos aprobados en España, a nivel nacional.

Pues a nivel regional contamos con la presencia de la Declaración de Principios de la Profesión Periodística, que es como el Código de los Periodistas Catalanes, aprobada el 1 de noviembre de 1992, por el Collegi de Periodistes de Catalunya y el Consejo Consultivo de la entidad, en el que están representados los diferentes medios de comunicación de Cataluña, que coincidieron en la necesidad de promover una iniciativa colectiva de la profesión periodística, encaminada a reafirmar los derechos de la libertad de expresión y de información y a defender la existencia de una prensa libre y responsable en el marco de una sociedad plural y democrática. Esta iniciativa se inscribe en la reconocida tradición democrática e independiente del colectivo profesional de la prensa de Cataluña y se inspira en actuaciones parecidas recientes, adoptadas en países de gran trayectoria democrática y con una sólida institución periodística.

La propuesta se enmarca en el seno del debate social permanente sobre la función y las atribuciones de los medios de comunicación, y pretende estimular la reflexión y la crítica colectivas para una mejor relación entre la prensa y la sociedad a la que se dirige y sirve. Con esa finalidad, invita y anima a las entidades y a los profesionales del ámbito de la información y la comunicación en general a reafirmar los principios deontológicos que sustentan la actividad periodística, suscribiendo y asumiendo voluntariamente los criterios recogidos en la Declaración de Principios de la Profesión Periodística, que es como el Código de los Periodistas Catalanes,

Principios éticos de los Códigos deontológicos españoles.

La Declaración de Principios de Conducta de los Periodistas considera como grave ofensa profesional varios comportamientos ilícitos como son el plagio, la distorsión maliciosa, la calumnia, injuria, libelo, acusaciones infundadas y la aceptación de sobornos en cualquier forma por publicar o suprimir determinada información. Otro de los ejemplos alude a la ética de la práctica del robo de informaciones por parte del periodista. En general, los documentos españoles que hacen referencia a la ética periodística reiteran la necesidad de conseguir la información por métodos lícitos. Algunos se refieren además a que esos métodos deben ser honestos o dignos. Están de esta forma intentando cubrir por la vía de lo moral lo que pueden ser lagunas importantes en las diferentes legislaciones. Se plantea otro problema cuando la información difundida se basa en datos que han sido ofrecidos por la fuente con la condición de que no se hagan públicos. Es decir, cuando se viola lo que se conoce como un off the record. O lo que es lo mismo, la violación del secreto profesional del periodista.

Los códigos deontológicos suelen referirse expresamente a estas informaciones y piden siempre que se respete la confidencialidad, aunque algunos matizan que el off the record queda sin validez si otra fuente da la misma información sin imponer restricción alguna. Lo que la fuente no puede hacer nunca es secuestrar la información por la vía de darla off the record a los periodistas. De ahí que algunas veces, cuando los periodistas sospechan que puede haber alguna intención de este tipo tras una confidencia, se lancen a intentar confirmarla por otras vías, para poder difundirla sin romper norma deontológica alguna. En este aspecto es de relevante importancia mantener el secreto profesional del periodista que tiene una garantía reconocida en España a nivel constitucional en el artículo 20 de nuestra Carta Magna de 1978, que da a la fuente el derecho a no ser revelada su identidad ante nadie, ni siquiera ante el juez en los tribunales de justicia. Sin embargo, hay que considerar que según el Código Deontológico de la FAPE, si la información, que ha revelado dicha fuente pone en peligro la vida de las personas o se demuestra que esta ha falseado su contenido de forma consciente, el periodista está en la obligación de no reservar la confidencialidad de la fuente. La inmediatez informativa, la exclusividad y la exigencia de la difusión lo más pronto posible de las noticias, motiva buena parte de los comportamientos que se sitúan al margen de la legalidad y de la licitud.

Casi todas las regulaciones existentes en España recogen las normas que se aprenden en las facultades de Ciencias de la Información y de la Comunicación y Periodismo: el respeto a la verdad, la objetividad, la exactitud, en la precisión en la información en la no manipulación, en virtud del derecho que el público tiene a conocer la verdad. Para ello, se debe perseguir la objetividad y la verdad aunque se sepan inaccesibles, contrastar los datos con todas las fuentes necesarias, diferenciar entre información y opinión, y enfrentar, cuando existan, las versiones diferentes sobre un hecho.

En la búsqueda de la objetividad, los periodistas se suelen enfrentar a todo tipo de presiones. Los profesionales españoles consideran que la mayor parte de estas presiones, en nuestro país, provienen de los poderes económicos, seguidas de las de las propias empresas y en menor medida del Gobierno de turno y de los anunciantes. En España existen alrededor de una docena de medios o colectivos profesionales que se han dotado de una regulación ética, articulada en forma más o menos concreta y plasmada en códigos entendidos como tales, en estatutos de redacción, convenios colectivos e incluso libros de estilo. La mayoría han surgido en la década de los noventa y en todos los casos, se trata de consideraciones éticas y deontológicas que afectan a grupos profesionales como: la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE), el Colegio de Periodistas de Cataluña, la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE)-, o medios de gran difusión: El País, El Mundo, ABC, El Periódico de Catalunya, el grupo Correo, Europa Press , la COPE, RTVE, y la revista Actualidad Económica.

Todas las profesiones requieren para su ejercicio de una ética, es por esto que los profesionales están sometidos a ciertos controles, en cuanto al cumplimiento de los códigos éticos propios de su actividad por parte de los colegios profesionales. En España, por ejemplo, tenemos, el del Colegio profesional de periodistas de Galicia, el del Colegio de periodistas de Cataluña, o el Colegio de periodistas de Valencia y otros colegios profesionales que desconozcamos por el momento en el territorio nacional..

La búsqueda de objetividad del periodista y el reconocimiento de la fuente de comunicación son realidades relacionadas en la comunicación periodística. Uno de los factores a la hora de interpretar la situación periodística es la confianza y profesionalidad de la fuente periodística. Dicha credibilidad por parte del periodista, marcará su profesionalidad para con los medios de comunicación. Esta característica en la fuente, viene determinada por dos factores fundamentales: la confianza y la experiencia, los cuales incrementan la eficacia del mensaje en aquellas áreas en las que la fuente se considera experta. Por esta razón no es extraño que muchas comunicaciones en la vida social y política aparezcan avaladas por expertos. Un factor a destacar es la concentración, de los medios de comunicación a nivel global y del periodista en el desarrollo de su actividad, en determinadas fuentes informativas. Dichas fuentes se acercarían a los puntos de vista más próximos al profesional periodista, en lugar de garantizar una diversidad informativa.

Una de las consecuencias más claras de la concentración de un medio en pocas manos, es la asimilación por parte del potencial lector de este hecho, estableciendo los temas que se deben tratar y debatir. Esta concentración puede ocasionar de igual modo que los propios periodistas asuman el papel de expertos. Uno de los autores que mejor ha resumido los principios éticos generales de los Códigos deontologicos españoles, ha sido, a mi entender, César Coca, profesor de la Universidad del País Vasco, en su artículo: códigos éticos y deontologicos en el periodismo español, que resumimos en titulares: Después de una pertinente introducción, Cesar, desarrolla los siguientes apartados: principios éticos en general, después, desciende al terreno de lo específico y concreto: la intimidad y el honor, los menores y la protección de la juventud y la infancia, los discriminados en el periodismo español, el periodista sospechoso, actividades incompatibles con el ejercicio profesional del periodista español, las obligaciones que tienen las empresas informativas en España, del robo al plagio, lo que falta en los códigos españoles, el vigilante de la ética del periodismo español y termina con unas conclusiones acertadas sobre cual es la situación de la ética de los periodistas españoles.

En opinión de Cesar Coca los códigos españoles adolecen de lo siguiente: les falta, en primer lugar, la credibilidad de algo tan importante en una sociedad democrática como es la información. Hay dudas que quedan después de la lectura de los códigos: En cuanto a la aceptación de regalos, los códigos españoles no se refieren a la obtención de prebendas personales difícilmente cuantificables. Desde un crédito a un tipo de interés inferior al de el mercado, o al reservado a los mejores clientes sin que el periodista lo sea, hasta la posibilidad de poner junto al nombre, a la hora de identificarse ante determinadas instancias. ¿Es ético pagar por adquirir información? En algunos tipos de publicaciones es práctica habitual, pero ¿debe hacerse? ¿Hay que pagar a un famoso por poder conseguir algunos datos acerca de la boda de sus hijos, o por poder tomar fotos de su boda, o es mejor no hacerlo y no dar esa información? ¿Es legítimo, programar las exclusivas para que tengan un mayor impacto en la opinión pública? Todos estos son parte de los interrogantes que se hace Cesar Coca. ¿Basta sólo con la existencia de códigos o es preciso algún tipo de organismo que obligue al cumplimiento de sus normas? Los códigos existentes en España no incluyen en general la previsión de un órgano que vigile su cumplimiento. Algunos se remiten a un reglamento futuro. Otros, simplemente, no contemplan ni vigilantes ni sanciones. Pero la simple existencia de códigos es ya un avance sustancial en la profesión periodística. No hay que olvidar, por último, que hay especialistas, como el profesor de Valencia, Hugo Aznar, que sostienen que los códigos éticos no son ni útiles ni siquiera convenientes. No son útiles porque de nada sirve pedir unos comportamientos concretos si no se hace nada contra quienes los vulneran. No son ni siquiera convenientes porque, como dice uno de los autores que más ha criticado su existencia, John C. Merrill, "la única ética válida es la que cada persona tiene dentro de sí". Precisamente, de este autor un tanto crítico y contestatario a pesar de su edad de unos noventa años, y no muy creyente en los códigos éticos, acabamos de traducir uno de sus últimos libros: LA ÉTICA DEL PERIODISMO. Fundamentos filosóficos de los Nuevos Medios de Información.. Editorial de la Universidad Técnica Particular de Loja. UTPL. Ecuador. Septiembre.2007.

Hay tantas dudas sobre la materia que todo parece indicar que los códigos éticos son en realidad un pacto de caballeros. Un compromiso de comportamiento de unos profesionales que responden sólo ante sí mismos y ante su conciencia, porque nada más fácil que burlar muchos de los preceptos que en ellos figuran sin que puedan descubrirlo terceras personas. De ahí que incluso los periodistas más corruptos se conviertan en público, en algunas ocasiones, en adalides de los comportamientos más rigurosamente éticos, para sorpresa de quienes les conocen bien

Sobre algún tipo de organismo que obligue al cumplimiento de sus normas establecidas en los códigos deontológico, tenemos buenos ejemplos. Uno en el Reino Unido, con la Press Complaints Commission, o Comisión de Quejas a la Prensa. En España la FAPE y su Comisión de Quejas y Deontología, que es un órgano de autocontrol relativo a la deontología periodística que pretende favorecer el entendimiento y el arbitraje entre profesionales del periodismo. Actúa como autoridad moral garantizando así el cumplimiento del Código Deontológico de las asociaciones de la prensa española y sus afiliados, que voluntariamente la aceptan. También en Cataluña, Andalucía y otras regiones españolas donde existen los Colegios Oficiales de Periodistas, como en Galicia y en Valencia, y en otras regiones españolas que nosotros desconozcamos en este momento. Todas ellas velan por el control en la realidad práctica de lo que se dice en la teoría de los textos teóricos de los códigos deontologicos en España.

Sobre todo esto es muy laudable el documento que tenemos en nuestras manos. Se trata de la Memoria de la Comisión de Quejas y Deontología de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) 2004 – 2007. Como muestra del buen funcionamiento de la FAPE en esta materia, y como para muestra vale un botón y a título de ejemplo, nos quedamos con el caso del informe y Resolución del 18 de octubre de 2007 páginas de la 85 a la 94, sobre la protección de la imagen de los menores en la prensa. Aquí se ve la progresiva protección jurídica de los menores a lo largo de la historia, desde el Código de Hammurabi (2.250 a. C), hasta la protección jurídica de la juventud y la infancia en el artículo 20 de nuestra Constitución de 1978. También se trata en esas páginas de la protección de los menores desde el punto de vista deontológico en el periodismo. Se mencionan los lugares que en el Código de la FAPE se hace referencia a la doctrina de este caso concreto y que fueron aplicables en esta situación y por último la aplicación práctica de los principios citados en el apartado anterior al supuesto examinado.
* Doctor en Filosofía y Psicología. Especialista en Ética y docente de las universidades Complutense de Madrid y Salamanca.
[1] Mons. Enrique Planas Coma. La red informática de la iglesia en América Latina (RIIAL), un servicio a la comunicación. En Boletín MCS (Medios de Comunicación Social). Publicación trimestral del secretariado de la comisión episcopal de medios de comunicación social. Número 195, enero-febrero-marzo 1999, páginas 22 y 23.

[2] H.P. FAIRCHILD. Diccionario de Sociología, Fondo de Cultura Económica, México, 1963. Citado por: L. GRAZZIOSI, Códigos de ética del Servicio Social. Humanitas. Buenos Aires, 1978, pág. 11.
[3] TIINA LAITILA. Codes of Ethics in Europe. En: KARLE NORDENSTREG (Ed), Report on Media Ethics in Europe. Tampereen yliopisto Tiedotusopin Laitos. University of Tampere. Department of Journalism and Mass Communication. Series B 41/ 1995. Pág. 29.
[4] Porfirio Barroso. Códigos Deontológicos de la Comunicación. En: Diccionario de ciencias y técnicas de la Comunicación. Dirigido por Ángel Benito. Dediciones Paulinas, Madrid 1991. páginas 194-218.